Francisco Antonio Lavilla Caballero es el autor de esta maravillosa leyenda que nos permite reflexionar sobre el papel que juegan nuestros actos sobre la vida de muchas personas anónimas:
El Bosque de los Deseos
Cuenta una leyenda que en uno de los bosques más grandes del mundo vivió un ser que nació y creció pesando que su tronco y sus ramas eran las mejores de todo el bosque, que una vez llegara a adulto los frutos que daría serían un exquisito manjar. Pensaba que cuando los humanos probaran sus frutos sería el más famoso del bosque. Tanto era su afán por ser el mejor del bosque que crecía y crecía sin pensar que a sus compañeros que tenía alrededor no le daba ni un rayito
de sol, pues por su altura y su corpulencia había abarcado más terreno del que le pertenecía. El primer año que llegó a ser adulto y comenzó a dar sus primeros frutos se dio cuenta que las personas que paseaban por el bosque no apreciaban lo que él le estaba ofreciendo al mundo. Había cogido una altura desproporcionada y los compañeros que tenía a su alrededor con sus ramas y sus hojas no dejaban que las personas pudieran ver lo que él ofrecía al mundo. Él observaba que la gente paseaba y lo único que apreciaban de él era su corpulento tronco, pero no lograban ver lo que de verdad tenía en su totalidad. Tal fue su decepción después de tantos años de duro trabajo y pensar él que no había servido para nada que dejó de luchar por ser el más fuerte y corpulento del bosque.
Pasaron los años dejó de dar frutos, sus hojas ya no eran tan verdes y su corteza comenzó a agrietarse. En ese momento deseaba que lo talaran para evitar tanto sufrimiento. Él pensaba que solo servía para dar cobijo de una buena sombra a una pareja que todos los días paseaban y se sentaban a hablar de todos los proyectos que tenían en un futuro. A él le molestaba el sentir la felicidad que desprendía la pareja y de cómo jugaban a escribir en su inservible tronco. Un buen día la pareja dejó de visitar el lugar y el viejo tronco descansó de escuchar tanta felicidad que desprendía la pareja y que arañaran continuamente su tronco.
Pasaron los años y una noche que parecía como otra de tantas que llevaba soportada, comenzó a arreciar un fuerte viento que él nunca había experimentado después de tantos años. Intentaba agarrarse con sus raíces al suelo, pretendía que los árboles que tenía a su alrededor sujetaran su peso para no caer pero era imposible. Cuando ya no pudo más y sentía que sus fuerzas aflojaban pensó que después de tanta lucha lo mejor sería caer pues nadie lo echaría en falta y así fue, tronchó su viejo tronco fracturándose por la mitad pero su vida no había acabado ahí puesto que sus raíces aún estaban bien arraigadas a la tierra. Pasó la noche y al amanecer resplandecía un sol como nunca había visto y al fin pudo ver lo que tenía a ras de suelo, un olor a tierra que jamás había podido percibir, una vegetación que no pudo contemplar y sintió que ya era tarde para formar parte de todo aquello. Él nunca se sintió parte de aquel bosque y ya no podría formar parte de absolutamente nada. Al cabo de unas horas después de tanta reflexión, se acercó una pareja con una niña y se sentaron en el viejo tronco tumbado en el suelo y comenzaron a contarle a la niña la historia de sus vidas, de cómo se conocieron a los pies de ese viejo árbol, de cuantos días de sol los había cobijado con su sombra y que con sus raíces pasaban horas y horas acostados soñando con un futuro que hoy en día se les había hecho realidad y le estaban tan agradecidos a ese árbol que dejaron un escrito en su tronco para que hubiera constancia de lo importante que había sido para ellos. Para que todo el mundo que paseara por aquella zona conociera de aquella historia y al cabo de los años hubiese guardado en aquel tronco tan hermoso escrito para poder enseñarle a su hija donde comenzó todo.
El escrito decía: Eternamente agradecidos nos sentimos por permitir formar parte de tu vida y acompañarnos tantos días de nuestra juventud, por haber mantenido vivo nuestro amor grabado en tu madera durante tantos años, gracias.
Ese sentimiento lo fortaleció, hizo magia en su vida y comenzó a recuperar las ramas y sus hojas verdes para poder presumir de tan bello acto que había contribuido con esa familia.
Moraleja: No te des por vencido jamás y aunque creas que no tienes un hueco en el mundo y no podrás ayudar a nadie mira bien a tu alrededor y sigue adelante que alguien te tenderá la mano para ayudaros mutuamente.
Grupo Integra CEE convoca cada año este concurso literario destinado a toda su plantilla con el objetivo de fortalecer el interés por la lectura y la creatividad escrita. Un jurado, formado por profesionales de las diferentes zonas en las que Centro Especial de Empleo presta sus servicios, lee los muchos relatos anónimos que trabajadores y trabajadoras redactan para comunicar su veredicto. Una tarea nada sencilla dada la calidad de los relatos recibidos. Tras la deliberación, y coincidiendo con el Día del Libro, se informa de cuál ha sido el relato más votado y se premia a la persona ganadora con un cofre experiencia para dos personas.